sábado, 30 de agosto de 2008

El hombre "civilizado" (IV)

Pero los mayores atentados contra el medio ambiente, y contra la vida, y que tal vez aporten un cuadro más revelador y auténtico de lo que significa la devastación de los ecosistemas naturales los hallamos en Asia Y África. Es en estas regiones profundamente alteradas por el hombre donde se ha disminuido más ostensiblemente el potencial de vida. Es conocido universalmente lo que se llevó a cabo en este último continente con su fauna salvaje. Desde hace algunos años es posible recorrer centenares y hasta miles de kilómetros en África sin ver ninguno de los animales íntimamente ligados a nuestra imaginación con el mismo nombre del continente. Entre las poblaciones animales de África muy disminuidas en la actualidad es evidente que los grandes proboscidios ocupan una funesta página. Tradicionalmente los elefantes han sido un trofeo de caza de primer orden y no pocas tribus indígenas, como los pigmeos, han capturado elefantes para su sustento. Pero el espectacular aumento del marfil despertó la codicia de los cazadores furtivos y ensangrentó a África por el rigor de sus matanzas. Ya en 1984 se consiguió conmover a la conciencia del mundo por los resultados obtenidos en las cacerías. En ese año se mataron no menos de 45.000 elefantes para el mercado de marfil.

La historia de África es sin duda una historia de saqueos y de destrucción. Desde el comienzo de la colonización europea África ha sido despojada y asimismo está haciendo destruida sin piedad. Muy pocos rincones del mundo muestran una historia tan trágica como la de África. La trata en gran escala de esclavos africanos por los europeos a partir del siglo XVI y que se extiende hasta casi las postrimerías del Siglo XIX marca el comienzo de esta tan triste historia. Casi todas las potencias europeas que adquirieron territorios en África participaron de ella. Los portugueses fueron los primeros europeos modernos en tomar esclavos de África. Lo hicieron exploradores y traficantes que se instalaron primeramente en las costas de las áreas descubiertas y cuando estas se consolidaron y expandieron buscaron sus ricas mercancías en su interior esclavizando sin piedad a tribus enteras basadas en una existencia precaria. Sin embargo, cuando se estableció en los siglos XVII y XVIII una mayor demanda de color, Gran Bretaña tuvo una gran participación en este hecho. Ellos extrajeron del continente negro para vender como simples mercancías en América millones y millones de personas y edificaron con sus ganancias gran parte de su imperio. Finalmente los franceses, holandeses, españoles y también los daneses privaron de su libertad a millones de negros.

Con estos antecedentes no nos parece ridículo elevar al hombre por encima del nivel de las bestias y al decir de Balech, citado al principio, privarle ya del derecho de llamarse Homo sapiens.

Autor: Daniel Lipp.

El hombre "civilizado" (III)

Pero el caso de las ballenas llama a la reflexión. Ellas advierten un historial dramático por la persecución implacable de que han sido objeto. Creo que son los seres vivos actualmente mejor conocidos por el público cuando se suelen centrar las discusiones en las especies amenazadas. Las ballenas de natación lenta y de menor tamaño, muy fáciles de cazar con arpones lanza desde pequeñas embarcaciones, fueron las primeras en mostrar señales de abuso. Las preocupaciones de estas especies se debieron a la gigantesca demanda de aceites y grasa como al deseo victoriano de lograr una figura esbelta mediante los corsés de ballenas. Los cazadores llegaron hasta los mares árticos y remontaron Groenlandia en búsqueda de estos cetáceos. Pero ya a fines del XIX las ballenas se habían hecho tan raras allí que comenzó su búsqueda en los mares antárticos y subantárticos. Ello tuvo lugar recién a partir del primer decenio de nuestro siglo. Desde el año 1900 la caza de ballenas se ha concentrado en los mares australes pero esta vez sus capturas se produjeron con una tecnología más avanzada. El decisivo invento del arpón de cabeza explosivo lanzado con un pequeño cañón permitió ahora a los carniceros de la especie ballenera enfrentar a los grandes cetáceos que eran mucho más veloces y resistentes. Del mismo modo, embarcaciones más rápidas y mejor dotadas junto a los importantes conocimientos que se habían adquirido de la biología del animal contribuyeron de manera eficaz para su exterminio. Las matanzas fueron tremendas. El número de cetáceos cazados siguió una curva ascendente hasta principios de la Segunda Guerra Mundial sin que por otra parte las numerosas convenciones, conferencias y tratados internacionales hagan algo para impedirlo. Sólo lo impidió la guerra cuando sus destructores estaban demasiado ocupados matándose entre sí que resultaba imposible ocuparse de ellas. Pero finalizada la gran contienda los cazadores volvieron a la carga con más ímpetu y medios mortíferos más perfeccionados que nadie sabe hasta hoy cómo siguen con vida estos gigantes del mar. La pregunta es ahora: ¿por qué las compañías balleneras se empeñan tanto en matar su materia prima?. La contestación es que tienen invertido mucho capital en elementos y lo que desean es hacer rendir al máximo su inversión. Lo que pase después no les importa.


El hombre "civilizado" (II)

La historia del bisonte americano tampoco deja de ser trágica. Poco o nada queda de este rumiante. El bisonte probablemente llegó a formar los más impresionantes rebaños que conoció el planeta. No se sabe exactamente bien a cuánto llegó a ascender su población, pero los mejores cálculos oscilan entre 75 y 200 millones de ejemplares. Estos animales se desplazaban de norte a sur en grupos que tardaban horas al pasar, atronando con el golpear de sus pezuñas las planicies americanas. El bisonte era el gran recurso de los pieles rojas. Dependían de su carne (seca y tajeada), con los tendones hacían cuerdas para sus arcos, confeccionaban herramientas y ornamentos, las pieles se empleaban como cobijas y prendas de vestir y aún los excrementos proveían un regular combustible. Su cultura y economía se encontraban tan relacionadas con el bisonte que cuando los rebaños emigraban a nuevos pastizales, los indios desmontaban sus campamentos y los seguían. Pero llegó el hombre blanco con su carabina y ferrocarril, y se inició una de las más espantosas masacres que conoce la historia. De 1871 a 1872 cerca de 8,5 millones de estos animales, aproximadamente una séptima parte de su población máxima, fueron sacrificados atrozmente. Durante 1874 unos pocos cazadores llegaron a matar mensualmente casi 50.000 bisontes solo para utilizar sus cueros y sus lenguas, dejando el resto pudrirse en las praderas. Un cazador, el célebre Búfalo Bill Cody, en ocasiones llegó a matar por día hasta 200 “peludos”. Lógicamente con tal carnicería los rebaños de bisontes americanos empezaron a mermar que en 1889 solo llegaban a 150 en libertad. Afortunadamente enérgicas medidas de protección han salvado a la especie.


El hombre “civilizado”(I)


“La amenaza que el hombre representa para si mismo y para la Naturaleza toda es lo que pretende analizar este ensayo. Más aún, con él quiero sentarlo en el banquillo de los acusados, bajo los cargos de egoísmo, despilfarro, mal manejo de los recursos naturales, irresponsabilidad y desidia respecto a la Naturaleza, a la que está destruyendo por agresión directa e indirecta. Si, como creo, logro probar estos cargos y el acusado no enmienda su conducta en los próximos años, propongo que se le prive del derecho de llamarse Homo sapiens y que lleve, en cambio, el nombre de Homo stultus” (De E. Balech, Genocidio, La destrucción del Planeta, 1978, Ed. La Flor).

Por una razón o por otras, en realidad no importa cuáles, muchas especies ya han desaparecido de la faz de la tierra y nadie hoy podrá ver ya más un ejemplar vivo. Uno se pregunta ahora hasta qué punto el hombre tuvo derecho moral a destruir todo esto. Y no sólo por lo que eso es, por lo que representa de larga evolución. Citaré algunos casos, los más trágicos. Particularmente dramático ha llegado a ser el exterminio de la paloma migratoria en Norteamérica o pichón viajero. Se cita esta especie en particular porque es uno de los ejemplos más lamentables y absurdos que se conocen. La paloma migratoria fue el ave más abundante de La Tierra: hasta principios del siglo XIX estas aves formaban enormes bandadas que migraban de Canadá hasta el Golfo de México, oscureciendo el cielo a su paso. En 1810 un estudioso calculó que su número alcanzaba la asombrosa cifra de 2000 millones. Pero tanta habilidad demostró el hombre “civilizado” en esta tarea destructora que ya en 1880 solo quedaban muy pocos ejemplares vivos. Los cazadores las habían reducido hasta su total extinción utilizándose para ello las más diversas formas de matanza: armas de fuego, garrotes, redes y hasta haciendo uso de incendios y dinamitas. Lamentablemente en 1900 fue abatida la última paloma libre y en 1914 la última en cautividad en el Jardín Zoológico de Cincinatti.




Puedes leer:

http://www.maa.gba.gov.ar/pesca/monconserv.php
http://www.fisicanet.com.ar/monografias/monograficos2/es16_hombre_y_contaminacion.php
http://www.espacioblog.com/geotecnologia/categoria/problema-del-hambre
http://ideas.bligoo.com/content/view/99484/A_CRIAR_CABALLOS_Y_BURROS.html

Nuestra atmósfera.

En Buenos Aires la contaminación adquiere caracteres preocupantes. Gravemente afectada se halla el área céntrica generando ahí los problemas el intenso tránsito automotor. La contaminación por vehículos automotores resulta asimismo agravante en algunos sectores de la periferia carentes de ventilación suficiente. Sorprende el saber que esta última particularidad es un rasgo característico en nuestra metrópoli. Buenos Aires padece una grave contaminación no porque sus habitantes sean especialmente descuidados sino porque hay una gran cantidad de población en un lugar donde la ventilación del aire se interrumpe con frecuencia. En estos ambientes el aire se estanca e inmoviliza formando remolinos estacionarios los cuales no se prestan en modo alguno a disipar la polución. La acumulación de contaminantes en estos sitios urbanos tan corrientes es muy densa y persistente. Por tanto ello acarrea para el peatón y conductor sino fenómenos asfícticos por falta de aire un signo intolerable de malestar. Tal vez no sea posible manifestar, como sí se lo ha hecho en otras ciudades, que exista en Buenos Aires un proceso generalizado de deterioro de la calidad del aire, pero sí en cambio se hallan lugares específicos en nuestra capital donde esta calidad no es precisamente la más adecuada para las condiciones de salud de sus habitantes. Por todo ello sería importante emprender una política de control de la contaminación del aire.




Puedes leer:
http://www.ingenieroambiental.com/?pagina=115
http://www.clarin.com/diario/2008/04/19/sociedad/s-04815.htm
http://www.geocities.com/mapaverde/buenosaires/contamin.html
http://www.cienciahoy.org.ar/hoy31/BuenosAires03.htm

viernes, 29 de agosto de 2008

La conservación.



El autor es conciente de que resulta utópico pensar que la naturaleza pueda hoy permanecer sin ser transformada. No bien se medite sobre el porvenir es de resaltar cuan desfavorable sería el intentar que esto no ocurra. La población crece hoy más que nunca y se esperan mañana muchísimos más habitantes. Como es lógico las necesidades que esto presupone son imperiosos: tierras, recursos y alimentos harán falta en el planeta. Pero he aquí que abrir esperanzas, llevar prosperidad a ingentes masas humanas que en un porvenir contendrá la Tierra no es precisamente con aquel modelo tan anárquico y descontrolado que hemos de resolver sus problemas. Las estrategias son otras. Se trata aquí de obtener el manejo y transformación de los ecosistemas naturales con el espíritu de conservación del que tanto se insiste en nuestro tiempo. Pero conservación no significa simplemente atesorar ni implica un simple racionamiento de nuestros abastecimientos, de modo que algo quede para el futuro. Conservación no se define de esta forma. La verdadera conservación supone aprovechar plenamente nuestros conocimientos de la ciencia ambiental y administrar los ecosistemas según sus dictámenes o preceptos. Solo así aseguraremos nuestra supervivencia.

Para leer:
http://entrevolutas.blogspot.com/2007/04/ayuda-la-conservacin-del-planeta.html
http://ticdeplata.wordpress.com/2008/03/05/planeta-sos-como-podemos-colaborar-en-la-conservacion-de-nuestro-planeta-tierra/
http://blogs.uprm.edu/puntodereferencia/2008/04/25/55/
http://servicios.elcorreodigital.com/ekoplaneta/datos/expertos/2007/marzo/galisteo.htm

¿Hasta dónde queremos llegar?


Algunas horas frecuentadas en el campo, alejado de todo bullicio y en plena soledad, hacen maravillas. Calmada la mente por la contemplación del Cielo y de la Tierra, se comienza a ver y a oír con el espíritu lo que tal vez no pueda ser descrito ni enseñado: la belleza extraordinaria del mundo en el cual vivimos y la armonía que se desprende de todas las manifestaciones de la vida. Cuando uno pasea por el campo cree, sin duda, que todo aquello es infinito, que ello no cambiará nunca, que aquel conjunto maravilloso del que todos formamos parte sobrevivirá eternamente. Sin embargo, hoy se ha llegado a un punto tal que es disparatado pensar que aquello pueda resistir una eternidad. Estamos destruyendo los recursos planetarios sin que se abogue por una estrategia que tienda a su conservación. La contaminación ambiental, la insalubridad en los asentamientos humanos y la destrucción del hábitat son asimismo crisis agobiadoras en amplios sectores del planeta. Hay que reconocer, por cierto, que nubarrones sombríos se avizoran sobre las jóvenes generaciones. Pero aquel porvenir es particularmente incierto en los países subdesarrollados ya que tales problemas se plantean de un modo radicalmente distinto a los que irrumpen en las naciones de mayor índice industrial. Mientras que para los países desarrollados los problemas más generalizados resultan de la contaminación ambiental, para los países subdesarrollados en cambio las preocupaciones más inquietantes residen en la sistemática degradación de su medio ambiente. Ve este documental y te darás cuenta:



Quieres leer y enterarte más:

http://especiales.lasprovincias.es/2007/tierra-amenazada/

http://especiales.ideal.es/2007/tierra-amenazada/causas-efecto-invernadero.html
http://www.lainsignia.org/2005/febrero/ecol_002.htm