sábado, 30 de agosto de 2008

El hombre "civilizado" (II)

La historia del bisonte americano tampoco deja de ser trágica. Poco o nada queda de este rumiante. El bisonte probablemente llegó a formar los más impresionantes rebaños que conoció el planeta. No se sabe exactamente bien a cuánto llegó a ascender su población, pero los mejores cálculos oscilan entre 75 y 200 millones de ejemplares. Estos animales se desplazaban de norte a sur en grupos que tardaban horas al pasar, atronando con el golpear de sus pezuñas las planicies americanas. El bisonte era el gran recurso de los pieles rojas. Dependían de su carne (seca y tajeada), con los tendones hacían cuerdas para sus arcos, confeccionaban herramientas y ornamentos, las pieles se empleaban como cobijas y prendas de vestir y aún los excrementos proveían un regular combustible. Su cultura y economía se encontraban tan relacionadas con el bisonte que cuando los rebaños emigraban a nuevos pastizales, los indios desmontaban sus campamentos y los seguían. Pero llegó el hombre blanco con su carabina y ferrocarril, y se inició una de las más espantosas masacres que conoce la historia. De 1871 a 1872 cerca de 8,5 millones de estos animales, aproximadamente una séptima parte de su población máxima, fueron sacrificados atrozmente. Durante 1874 unos pocos cazadores llegaron a matar mensualmente casi 50.000 bisontes solo para utilizar sus cueros y sus lenguas, dejando el resto pudrirse en las praderas. Un cazador, el célebre Búfalo Bill Cody, en ocasiones llegó a matar por día hasta 200 “peludos”. Lógicamente con tal carnicería los rebaños de bisontes americanos empezaron a mermar que en 1889 solo llegaban a 150 en libertad. Afortunadamente enérgicas medidas de protección han salvado a la especie.


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