sábado, 30 de agosto de 2008

El hombre "civilizado" (III)

Pero el caso de las ballenas llama a la reflexión. Ellas advierten un historial dramático por la persecución implacable de que han sido objeto. Creo que son los seres vivos actualmente mejor conocidos por el público cuando se suelen centrar las discusiones en las especies amenazadas. Las ballenas de natación lenta y de menor tamaño, muy fáciles de cazar con arpones lanza desde pequeñas embarcaciones, fueron las primeras en mostrar señales de abuso. Las preocupaciones de estas especies se debieron a la gigantesca demanda de aceites y grasa como al deseo victoriano de lograr una figura esbelta mediante los corsés de ballenas. Los cazadores llegaron hasta los mares árticos y remontaron Groenlandia en búsqueda de estos cetáceos. Pero ya a fines del XIX las ballenas se habían hecho tan raras allí que comenzó su búsqueda en los mares antárticos y subantárticos. Ello tuvo lugar recién a partir del primer decenio de nuestro siglo. Desde el año 1900 la caza de ballenas se ha concentrado en los mares australes pero esta vez sus capturas se produjeron con una tecnología más avanzada. El decisivo invento del arpón de cabeza explosivo lanzado con un pequeño cañón permitió ahora a los carniceros de la especie ballenera enfrentar a los grandes cetáceos que eran mucho más veloces y resistentes. Del mismo modo, embarcaciones más rápidas y mejor dotadas junto a los importantes conocimientos que se habían adquirido de la biología del animal contribuyeron de manera eficaz para su exterminio. Las matanzas fueron tremendas. El número de cetáceos cazados siguió una curva ascendente hasta principios de la Segunda Guerra Mundial sin que por otra parte las numerosas convenciones, conferencias y tratados internacionales hagan algo para impedirlo. Sólo lo impidió la guerra cuando sus destructores estaban demasiado ocupados matándose entre sí que resultaba imposible ocuparse de ellas. Pero finalizada la gran contienda los cazadores volvieron a la carga con más ímpetu y medios mortíferos más perfeccionados que nadie sabe hasta hoy cómo siguen con vida estos gigantes del mar. La pregunta es ahora: ¿por qué las compañías balleneras se empeñan tanto en matar su materia prima?. La contestación es que tienen invertido mucho capital en elementos y lo que desean es hacer rendir al máximo su inversión. Lo que pase después no les importa.


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